Aunque, como siempre, sin tiempo para poder escribir
todo lo que he llegado a investigar sobre la vida de Fray Sebastián, no quiero dejar pasar este 281 aniversario de
su muerte, que se conmemora mañana día 15 de octubre, para transcribir el
testamento que de su puño y letra nos legó, como protestación de su fe, cuando
Dios se dignó revelarle la proximidad de su muerte:
“Testamento del más pecador y del más ingrato a mi Dios, Fr. Sebastián
de Jesús.
En el nombre de Dios nuestro Señor, que
vive sin principio y reina sin fin, sepan que yo el pecador Fr. Sebastián de
Jesús, estando bueno en mi salud y con todos mis sentidos, memoria, entendimiento
y voluntad, creyendo en el misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero,
y creyendo todo lo que cree y confiesa nuestra Santa Madre Iglesia, Apostólica
Romana, y en todos los misterios de nuestra fe, y por ser gusto de mi Dios así
lo confieso, y así lo conozco, y así lo creo, y perderé millones de vidas que tuviese por defenderlo y guardarlo.
Vuelvo a confesarlo y ratificarlo en la
hora de mi muerte y en la presencia de Dios lo confieso y ratifico, y si
entonces tuviera vida o vidas que perder, las diera por el honor de mi Dios y
mi Señor, Criador, Redentor, Salvador y Glorificador, quien me ha de juzgar con
misericordia, mirando mi miseria y mi nada, atendiendo a su grandeza infinita
para usar de ella, y arrimando a un ladito su justicia mientras se perdonan mis
culpas y miserias.
El Abogado en la Reina de los Ángeles
María Santísima con licencia de la Beatísima y Santísima Trinidad, y el señor
S. José su Esposo, mi Procurador…
No quisiera haber nacido para haberte
ofendido. Hijo del Rey de los reyes, y redimido con su sangre, soy el pecador Fr.
Sebastián de Jesús Gómez y Sillero.
Señor Dios Todopoderoso, lo que es
vuestro, vuelvo a vos esta alma que he tenido y tengo, la presento y encomiendo
a mi señora la Virgen María para que, como Madre de pureza, la limpie con su
intercesión y la ponga en los Alcázares celestiales, para que os alabe para
siempre en vuestra gloria, y es mi intención decir a la hora de mi muerte lo que digo ahora. Pésame, Señor, por ser vos quien sois, de
haberos ofendido y propongo firmemente la enmienda. Aparta, Señor, de mí lo que me aparta de ti. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu; redímeme,
Señor Dios de la verdad.
Las misas, sacrificios y sufragios que
se me dijeren en esta mi Provincia, dejo a la disposición de mis albaceas el
señor S. José y María Santísima, para que alcancen de Su Majestad las disponga
según su voluntad santísima, apiadándose de esta pobre alma. Pido a todos mis hermanos me perdonen, que de
corazón perdono yo a todos; y pido a Dios de todo corazón perdón por mis
culpas, que no he sabido lo que me he hecho, y he errado por mi culpa, por mi
culpa y por mi gravísima culpa.
Pido a mi Prelado me haga caridad antes
de morir de darme el Santísimo Sacramento, y a todos mis Padres y hermanos me
asistan en caridad de Dios. Pido también
que quiero recibir el Sacramento de la Extremaunción para con él ser fortalecido
contra mis enemigos. Pido por el amor de
Dios a mi Prelado un pobrecito hábito para mi mortaja, y una pobre sepultura en
sagrado por el amor de Dios, por María Santísima y el señor S. José, y postrado
a los pies de todos y de cada uno por sí, y besándolos de la mejor forma que
puedo, les pido perdón y he sido y soy un soberbio y un simplillo.
Benditísimo mi Dios que me ha criado a
su imagen y semejanza y me ha hecho católico, cristiano, romano, y me presento
en la mejor forma que puedo debajo de las plantas de Su Santidad el señor sumo
Pontífice, Vicario de mi Señor Jesucristo, besándolas y pidiéndole su santísima
bendición para alivio de mi alma cuanto cabe y puede toda su potestad cuan
grande es. Así lo pido y así lo quiero,
y cuanto fuere el agrado de Dios nuestro Señor. Amen.
Es mi voluntad que si muero de noche me
entierren por la mañana, y si muero por la mañana a la tarde, sin que permitan
otra cosa, ni que toquen, salvo la voluntad de mi Prelado, y si en la tarde
saliendo de Prima y lo que fuere en la presencia de Dios seré y no más.
En la religión soy lego y siempre lego
y en la presencia de Dios deseo y quiero ser un Serafín.
El Pecador, Fr. Sebastián de Jesús,
Jesús, Jesús.”
Después empezó a despedirse de las personas a quienes
más unido estaba, indicándoles que no volverían a verse, revelando la proximidad
de su fallecimiento. Fueron testigos de esta predicción distinguidas personas
de Sevilla que luego declararon en la causa de beatificación.